sábado, 4 de marzo de 2017

Porque soy más débil de lo que creo...

Mi sonrisa es frágil, no sé cuánto más pueda fingirla.
Mi fortaleza aparente, es mentira, es fácil destruirla.
Mi miedo pisoteó mi determinación, he perdido el deseo de seguir.
Mis oídos se cansaron de tantas palabras desalentadoras, vacías, de mi propia voz y se volvieron sordos.
Mi cobardía tomó el control, mis razones y mis deseos no fueron suficientes para dar un paso más.
Me detuve en el lugar perfecto, temeroso, nervioso, triste y resignado me limité a ver cómo mi mundo se derrumbaba, poco a poco, y cada fragmento, por pequeño que fuese, generaba gran impacto en mi. Cuando terminó todo, no encontré nada, ni a nadie, estaba yo únicamente parado en medio de un entorno que ya no tenía sentido para mi.
Era débil, no podía soportarlo, quize gritar pero callé, quize llorar pero cerré mis ojos, quize salir corriendo pero caí sobre mis rodillas. En ese momento, me di cuenta que en realidad era más débil de lo que creía.
Me derrumbé con poco y me rendí sin nada. ¿Qué estaba esperando en medio de aquel caótico lugar? Sabía bien que nadie aparecería a ayudar,  y que los pedazos rotos de mi mundo no se repararían sino por mí. Lo peor era que me lamentaba en el suelo, por todo lo que me faltaba y por todo lo que perdí, ¿qué mas daba? No quería volver a fingir una sonrisa cuando lo que realmente quería era soltar mi llanto, ni quería aparentar que nada me afectaba cuando en realidad quería escuchar: "tú puedes, esfuérzate". Tal vez era patético e infantil, pero era lo que necesitaba en ese entonces.
Estuve a punto de resignarme, cerrar mis ojos y que pasara lo que tuviera que pasar... Pero cerca de mí, había un pequeño fragmento del tamaño de una canica, estaba brillando. Al tomarlo entre mis manos, recordé lo que más me importaba en la vida y reflexioné lo mucho que me dolería si no hacía nada por ello. Si, incluso aunque me rindiera y evitara más sufrimiento no sería feliz.
Abracé ese pequeño pedazo de mi, con todos mis miedos, con toda mi tristeza, con toda mi decepción, mi desilusión e incluso con toda mi soledad; en fin, lo abracé con toda mi debilidad y supe de inmediato lo frágil que era, y aun así sobrevivió cuando mi mundo colapsó.
Ese pequeño fragmento lo cuidaré con todo mi ser, no porque sea fuerte, sino porque soy débil.

Desde siempre se ha pensado que ante las adversidades de la vida hay que ser fuerte,  o que ante cualquier fracaso hay que superarlo y seguir adelante. Eso está bien, el mundo seguirá girando independientemente de lo que te suceda. 
Pero ¿y si quiero llorar o pedir ayuda porque la carga que llevo es demasiado pesada? ¿Es un error reconocer que soy más débil de lo que creo? No es un error, muchas veces es posible que necesitemos de un tiempo para ser débiles,  y entonces llorar, pedir ayuda, tomar un descanso; gracias a ello podemos tomar el aliento que nos faltaba para seguir adelante, el "vuelo" para correr más rápido. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario